Amiga, hay frases que, a fuerza de repetirse, resultan inverosímiles. Ahí va una: “Tiene usted derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra...”. ¿Alguien se atreve a pronunciar esta frase sin fruncir el ceño, sin impostar la voz, sin contener la risa? Inténtalo. Sin embargo, hay quienes son capaces de transmitir ese mensaje –¡chitón o te empapelo!– sin abrir la bocaza. Si un simple gesto puede significar lo mismo, ¿para qué ponerse peliculero? Basta una mirada, de recriminación o despecho (al vacío, nunca a los ojos). Basta un grito. Basta un golpe. Es posible, ya ves, amenazar apelando a los derechos. Como única forma de defensa, se impone a veces renunciar a un derecho. El último derecho, amiga, tu palabra.
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Derechos siniestros ...
ResponderEliminarEn boca cerrada no entran moscas.
ResponderEliminarCuando algunas bocas se abren, como le ocurre a esa amiga, pueden salir moscardones.
Qué pena de moscas. Qué asco de moscardones