31/10/10

Millás

Juan José Millás sólo sería un excelente novelista si no fuera tan buen comunicador. También lo leo en EL PAÍS y lo escucho en la SER. Millás fantasea lo cotidiano.

Con la lectura de una novela de Millás, "Tonto, muerto, bastardo e invisible" (Alfaguara, 1995), viví una experiencia parecida a la de mi amigo Fernando con la última de Vila-Matas: este libro –pensaba– habla de mí, de lo que me ha pasado y me está pasando. Me entró el pánico, ¿habla de lo que me pasará? Durante algún tiempo, me sentí tonto y casi muerto, un poco bastardo y por momentos invisible. Por fortuna, corregí el rumbo de aquella historia. En términos literarios, se entiende (fueron unos cuantos meses del año 95, en los que estuve técnicamente en paro y acabé preparándome para crear nuestra empresa). Millás, a su manera, me mostró un argumento del que yo debía huir.

Incluso él puede convertirse en personaje de sí mismo, por ejemplo en Wikipedia: "Internet es un territorio fabuloso porque nada se respeta en él. Ya no podríamos imaginar la vida sin ese continente que nos abre a horizontes nuevos cada día... Cualquier día de estos, entro yo mismo en el artículo de Wikipedia donde se da cuenta de mi biografía y pongo que me he retirado a una isla griega para quitarme de en medio. Y sin dejar de estar aquí, en alguna dimensión de la realidad me encontraré frente al mar, retirado del tabaco, de la bebida, del deseo, retirado de mí".

Así es aún la vida, así somos, ni eruditos ni teóricos. Juan José Millás pone su inteligencia y su literatura al servicio de una crítica feroz: el mundo es absurdo o ridículo, según se mire.

24/10/10

Sin igualdad

El pasado día 20 se anunció la remodelación del Gobierno, en general correcta, que incluía la desaparición de Igualdad como Ministerio, y a las pocas horas el alcalde de Valladolid empezó a decir asquerosidades machistas. Está demostrado que no hay relación causa-efecto entre la inédita degradación administrativa de la ministra a secretaria de estado y la proclama rijosa de este individuo. Este individuo, Javier Léon de la Riva, se las viene gastando así desde mucho antes de que se creara el ya extinto Ministerio, lo suyo es hacer gracia (maldita la gracia). Sigue haciendo gracietas, porque se las ríen y porque además le votan. ¿Le votarán por sus chistes sexistas? No creo capaces a las gentes de su ciudad. Este pobre dirigente del PP, para el que la paridad es una parida, ha debido de tener un subidón con la salida de Bibiana Aído del Consejo de Ministros y Ministras. Al todavía alcalde hay que reconocerle algo: ha conseguido encarnar todo lo que justifica la existencia de unas políticas de Igualdad progresistas, dependan de un Ministerio, de una Secretaría de Estado o de la Concejalía de un pueblo. Pienso que, precisamente por su transversalidad/horizontalidad, hay que dar a las políticas de Igualdad el rango que merecen. Ojalá hubieran dejado de hacer falta. Porque no importa si el machismo es genético o adquirido, lo que está claro es que debe ser combatido: tipos fanfarrones como éste (y los hay peores) te hacen sentir la vergüenza de ser hombre.

20/10/10

Atracciones

Hay días como montañas rusas, que te hacen subir y bajar. No importa tanto las alturas que alcances, desde nubes próximas a ras de tierra, como que quien conduce no eres tú. Te llevan. Y no en una dirección definida, sino de arriba abajo y de abajo arriba. Además, te mueves (te mueven) a gran velocidad. Esa percepción tienes, porque en realidad ni has avanzado ni has retrocedido. O ambas cosas. Paras, acaba el día, y permaneces en el mismo lugar, cuarta más o menos. En los días montaña rusa sientes el vértigo y, si evitas o superas el mareo, incluso lo disfrutas.

Fuera están esos días meseta, abundantes, en los que asciendes despacio hasta acomodarte un tiempo en una cota media de la que luego descenderás con la misma parsimonia, perezosamente. En ellos mantienes la creencia –es probable que falsa– de que ejerces el control y que tu sitio no es el de ayer o anteayer. No son éstas emociones fuertes, pero es que no visitar la feria reduce el riesgo de vómito.

Son posibles otros días moviditos: tiovivo, tren de la bruja, coches de choque…, días en los que giras sin dejar de tocar suelo (aburren), te preparas para los sustos que esperas (aburren), te enfrentas a golpes que recibes y das (aburren, aunque menos). Todos tienen su atractivo, mayor unos que otros.

Quiero pensar que en la variedad de días, como de atracciones feriales, está el gusto. Para no anclarse, convendrá tener presente que lo único interesante es poder vivirlos. Sea.

[i.jfgras. Que no es poco. 2010]

13/10/10

Anónimo

Hay verdades como puños, espadas como labios, comentarios como entradas. Convierto un comentario reciente en esta entrada de blog.

Días atrás, porque venía al caso, escribía que en mi blog siempre he mantenido la norma de no tolerar insultos ni ataques ofensivos contra nada ni contra nadie. Es norma habitual en la mayoría de bitácoras. Entre los casi mil mensajes recibidos hasta ahora, sólo he tenido que dejar sin publicar tres comentarios: una descarada suplantación de personalidad, un insulto a un tercero y otra suplantación de personalidad, que además descalificaba a alguien.

A partir de ahora moderaré también los comentarios –en especial, los anónimos y los presuntamente anónimos– que no tengan relación con el contenido de la entrada que escribo en mi blog. O sea, que si cualquiera desea comentar lo que le venga en gana, puede seguir haciéndolo. Está en su derecho de expresarse, pero no necesariamente aquí. Si ese comentario no tiene relación con los temas que trato o sugiero en lo que escribo, me reservo otro derecho: el de moderar su comentario. Seguro que no le causo ningún extravío; los lugares donde puede publicar son miles. No me refiero a paredes abandonadas ni puertas de aseos, sino espacios virtuales: foros de ediciones digitales de periódicos de la región, sin ir más lejos. Aquí no. Si siente desamparo, puedo sin problema facilitarle docenas de direcciones donde sin duda será bienvenido.

Titulo esta entrada con el nombre común de autores y autoras que no se identifican. Es una suerte de homenaje a hombres y mujeres que no dan su nombre y también están en su derecho. Lo malo no es ser o mostrarse anónimo (prefiero una opinión anónima que el silencio), sino lo que a veces se esconde debajo de él. Y pretender volver al anonimato sin conseguirlo, como le ocurrirá a quien a su pesar es deslumbrado por los focos quizás para toda la vida. Por ejemplo, 33 mineros de Chile que después de 70 días de oscuridad vuelven a la luz, 700 metros sobre sus cabezas.

[i.jfgras. ¿Anónimo? 2010]

10/10/10

La ciudad feliz

Dos veces he tenido esta semana la tentación de citar un libro que estoy leyendo.

La primera, cuando en una reunión con empresas sobre políticas de empleo salieron a relucir los establecimientos comerciales que familias chinas regentan. ¿Cómo es posible –se comentaba– que estuvieran haciéndose de los locales mejor situados, los más apetecibles, los más caros? No había ningún problema cuando vendían al por mayor y sólo eran visibles en los polígonos. Ahora…, quedamos en seguir tratando el tema.

La segunda, con ocasión de la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, intelectual y activista pro derechos humanos condenado por subversión en China. ¿Hasta qué punto es conveniente –opinaba un contertulio en la radio– que la concesión de un premio ponga en peligro, en plena crisis económica, las relaciones de occidente con el “gigante asiático”? En China, su gobierno va a impedir que el pueblo conozca la noticia de que ese premio ha recaído en un conciudadano que pasa el día leyendo a Kafka y a Dostoievski en la cárcel. No lo sabe el pueblo chino y, al menos hasta ayer, no lo sabía ni siquiera Liu Xiaobo.

El libro que estoy terminando de leer es “La ciudad feliz” de Elvira Navarro (Editorial Mondadori, 2009). Es XXV Premio Jaén de Novela y finalista del VII Premio "Dulce Chacón" de Narrativa Española 2010, que se fallará este otoño en Zafra. La novela narra, a través de los ojos de un niño, las peripecias de una familia china que llega a España: “Chino, le dijeron un par de chicos mayores en el patio el primer día, y Chi-Huei no los entendió”. No los entendió.

6/10/10

Blando, erudito, teórico

Fulanito me ha llamado blando y me ha molestado. No digo que no lo sea (?), pero yo sólo había hablado de emociones. Hasta ahí, todo normal. Parece que lo que chocaba a Fulanito es que me estuviera refiriendo con afecto a un político, conocido nuestro. En concreto, a un magnífico alcalde que ha sido y es un excelente compañero. Y que por serlo ha acabado siendo un buen amigo. Le he citado a Fulanito algo que cantaba Federico García Lorca a Walt Whitman en “Poeta en Nueva York”: “...y la vida no es buena, ni noble, ni sagrada”, un clásico. Me ha vuelto a incomodar, al llamarme –por toda respuesta y tras unos segundos de espeso silencio– erudito. La línea que separa torpeza y erudición es tan delgada como rocosa. Por lo que se ve, basta con haber leído un poco. Cuando tan elegantemente le he invitado a que escuche o lea, Fulanito ha vuelto a la carga: me ha llamado una tercera cosa, teórico. Como exclamaba el ignorante que hacía gala de su indiferencia, le he replicado ¿lo soy?, ¡ni lo sé ni me importa! Y he zanjado esta enésima conversación sobre Manuel García Pizarro. Vengo, escribo y me voy a despedir la feria con los fuegos, éstos sí, artificiales.