El correo basura, con perdón, ya no es lo que era. Los chistes sin gracia sobre jefes machistas o los llamamientos masivos a salvar bichos en peligro de extinción han ido dando paso a ocurrencias, entre frívolas y sesudas, sobre la crisis. En las últimas semanas, una cita atribuida nada menos que a Albert Einstein ha circulado por blogs y redes sociales e inundado mi correo-e. No puedo compartir su premisa de que la crisis sea una bendición; ni siquiera una bendición relativa, señor Einstein. Pero, en ese mismo texto, cambio, creatividad, talento, desafío, esfuerzo y superación se apuntan como ingredientes frente a la crisis. Y con esas ideas estoy tan de acuerdo que preferiría no repetirlas, para que no acaben pareciendo manidas.
En mi modesta opinión, la crisis no sólo hay que combatirla: además, hay que comprenderla. Comprenderla, en el sentido de conocer o intentar conocer sus causas, sus verdaderas dimensiones y el alcance de sus efectos, los inmediatos y los que vendrán. Me ayuda a entenderlo una lúcida reflexión de Josep Ramoneda, que leí hace meses: “hemos llegado aquí porque la globalización abolió los límites éticos y culturales”. ¿Ética y cultura en tiempos de crisis? ¡Suena a amar en tiempos revueltos¡ Y es que, igual que en la telenovela, es difícil y es necesario.
Mientras, se agradecen gestos y gastos: Obama abroncando a los ejecutivos de Wall Street por mantener sueldos tan millonarios como los empleos que destruyen o inversiones extraordinarias por parte de nuestros gobiernos para frenar el aumento del paro y la pobreza. La crisis va a poner a algunos en el sitio que les corresponde y a muchos trabajadores y trabajadoras en el que no deberían ocupar nunca. Frente a esto último, innovación en las ideas, en las acciones y en la estrategia. Cambio, creatividad, talento, desafío, esfuerzo, superación... Otro modelo.
En mi modesta opinión, la crisis no sólo hay que combatirla: además, hay que comprenderla. Comprenderla, en el sentido de conocer o intentar conocer sus causas, sus verdaderas dimensiones y el alcance de sus efectos, los inmediatos y los que vendrán. Me ayuda a entenderlo una lúcida reflexión de Josep Ramoneda, que leí hace meses: “hemos llegado aquí porque la globalización abolió los límites éticos y culturales”. ¿Ética y cultura en tiempos de crisis? ¡Suena a amar en tiempos revueltos¡ Y es que, igual que en la telenovela, es difícil y es necesario.
Mientras, se agradecen gestos y gastos: Obama abroncando a los ejecutivos de Wall Street por mantener sueldos tan millonarios como los empleos que destruyen o inversiones extraordinarias por parte de nuestros gobiernos para frenar el aumento del paro y la pobreza. La crisis va a poner a algunos en el sitio que les corresponde y a muchos trabajadores y trabajadoras en el que no deberían ocupar nunca. Frente a esto último, innovación en las ideas, en las acciones y en la estrategia. Cambio, creatividad, talento, desafío, esfuerzo, superación... Otro modelo.