30/1/11

Memoria de cine

La memoria es cinematográfica. ¿Cómo se comunica un abuelo que no puede hablar con su nieto que no puede oír? ¿Cómo puede explicarle con un tablero de ajedrez y en silencio nada menos que la Guerra Civil? Preguntas y respuestas están en “Una historia sin palabras”, el corto de Pepe Carrasco que protagonizan José Antonio Labordeta y Juanjo Gómez. El corto se ha proyectado en el acto de entrega del premio “José González Barrero” 2010, otorgado por la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Zafra a Antonio Gallego Orellana.

Antonio Orellana, “un exponente aún felizmente vivo del exilio cultural español provocado por la dictadura franquista”, nació en la calle Sevilla de Zafra en 1923 y en 1945 salió desde Lisboa hacia el exilio en México. A lo largo de su carrera suma doscientas películas como guionista, director o productor, que lo convierten en “uno de los más veteranos autores de la cinematografía popular mexicana”. No pudo viajar y recoger en mano su premio. Envió unas cuartillas en las que agradece el galardón y evoca varios episodios de su vida, entre ellos la muerte de su madre en Badajoz, en septiembre de 1936. Fue Antonio quien la encontró agonizante en el patio de su casa, donde las tropas franquistas se habían presentado para llevarla presa. Su madre, comadrona, lo evitó degollándose con una navaja barbera.

Pepe Carrasco es hombre de cine y zafrense, como Antonio Orellana. Con su corto ha conseguido narrar una historia que el mismo Labordeta, en su última colaboración artística, había creído imposible trasladar al lenguaje cinematográfico. Son historias sin palabras.

26/1/11

Trampantojo

Tomé la foto en la Ronda, cerca de mi casa, hace unos días. Había pasado de largo, vi algo de reojo y volví atrás antes de llegar a la esquina. Me paré a mirar esos objetos en la calle, caídos más que tirados, casi todos extrañamente infantiles. Sucios, la mayoría juguetes de vivos colores. Peluches de bebé y una muñeca bocabajo. Caramelos de cabalgata. Un zapato minúsculo con un coletero encima, dos zapatillas distintas y un par de alpargatas de mujer adulta. También un cable con clavijas y una inquietante cucharilla. Como si se hubieran salido de la bolsa que los contenía, quizás camino de la basura, o hubieran sido arrojados con cuidado en la acera. Saqué la fotografía sin intencionalidad ninguna y un vecino curioso que me sorprendió dijo, a la carrera: “como un bodegón”. Como una naturaleza muerta. A mí no me lo parece, pensé sin responder. Se me vino a la cabeza la palabra trampantojo. Me fui, me acerqué otra vez a los pocos minutos y ya no quedaba ni rastro.

[i.jfgras. ¿Bodegón? 2011]

23/1/11

No es un perro

“No soy un perro. Que no me llame fiel, porque no soy un perro. Fieles son los animales, yo lo que soy es leal...” Oído esto, recurrí al diccionario, que como tantas veces no saca de dudas. Al contrario, porque en el significado principal de fidelidad figura el término lealtad y en el de lealtad aparece fidelidad. Un embrollo. Incluso se cita al perro, animalito, para definir la lealtad en el sentido de fidelidad que algunos bichos demuestran a algunos seres humanos. He indagado en otras fuentes. En unas, es leal quien atiende un deber y es fiel quien sirve a un dios, y también quien cumple con la palabra dada. Según otras, la fidelidad se debe a la persona y la lealtad se guarda a una causa o principio; en aquélla domina el corazón, en ésta la razón. Quizás fuera la acepción que quería dar a leal quien rechazaba ser calificado como fiel: la causa y la razón están por encima de la persona y del corazón. Ser leal no le convierte en infiel, pero ser fiel (a la persona) puede convertirle en desleal (a sus principios). Antes los principios en los que se cree que la persona a la que se sigue. En ocasiones y en cualquier ámbito las personas encarnan principios, engañarlas a ellas es como traicionarlos a ellos. Y en ocasiones las personas y las organizaciones se apropian de los principios hasta falsearlos y distorsionar las causas que representan; entonces, serles infieles sería la mejor forma de lealtad. Digan lo que digan los diccionarios. Estoy bastante de acuerdo. No es un perro.

[El perro fiel, Landseer]

16/1/11

Ser concejal

Este blog habla de los hechos de la vida. Entre otros, de asuntos nuestros. Política incluida, aunque raras veces y en forma de actualidades, ayuntamiento o partido. No es éste un espacio para tratar en exclusiva de temas políticos. Ni de temas políticos ni de ninguno en particular. Si acaso, de todos en general. Pero nuestros. Dos años, tantos como vida tiene el blog, vengo avisando de ello. Así que no debería extrañar que escriba un poco de casi todo. Por ejemplo, aquí he escrito que soy concejal de mi pueblo, ¿de dónde si no? Y que ser concejal no me hace distinto. Sigo siéndolo, al menos hasta las elecciones del próximo mes de mayo. Como tampoco tengo este blog como un diario, no he convertido en entrada ni siquiera asuntos (nuestros y políticos) que considero importantes. Ha habido otros medios. Ahora se aproximan las elecciones. Y ejerceré de concejal hasta entonces: nunca ha sido mi trabajo, pero todavía es parte de mi dedicación de cada día. Es probable que forme parte de una candidatura y que repita como concejal. He dudado de la conveniencia de mantener abierto mi blog durante estos meses y creo que no, no voy a olvidarme de él. Echar el cierre por razones de calendario electoral sería una anormalidad. Significaría darme y darles (al blog y a las elecciones) una trascendencia inmerecida. De momento, señoras y señores, en esta Plaza chica no dejaremos de hablar de los hechos de la vida.

12/1/11

Hoja de reclamaciones

Tenemos la costumbre de regodearnos en el descontento, con razón o sin ella. En muchos establecimientos informan de la existencia de hojas de reclamaciones a disposición del consumidor. En algunas dependencias públicas cuelgan buzones de quejas y sugerencias. En empresas certificadas en sistemas de gestión de la calidad se siguen procedimientos que ayudan a detectar, tratar y a la larga evitar desviaciones de la norma (en la mía, el PG08 era de No conformidades, acciones correctivas y acciones preventivas y su formato principal no incluía vocales: FNCCP). Nos encanta expresar los disgustos con el mundo, aunque a la hora de la verdad lo hagamos a voz en grito o musitando, entre dientes. Ni lo contrario ni el compromiso funcionan.

Cambiaríamos la perspectiva imperante de recibir sin dar si nos pertrecháramos de hojas de alabanzas, de buzones de satisfacción, de procedimientos de conformidad… Sin entrar en honduras sobre nuevos modelos de relación, sobre formas alternativas de concebir el cumplimiento de derechos y deberes –menos individualista, más colectivo, más corresponsable–, la mejora sería mayor y más continua. Bastaría con registrar, más a menudo, la impresión de: “me gusta”. Nunca he hecho uso de una hoja de reclamaciones, lo cual no significa que no me hayan dado motivos. Pero si viera un impreso donde dejar constancia de mi agrado por el buen trato que me ha dispensado un dependiente, una funcionaria municipal, un cliente de mi empresa…, posiblemente lo cumplimentaría cuando se diera el caso. Quienes no obtuvieran reconocimiento caerían en el ostracismo, pobres. Otro gallo cantaría si en lugar de instalarnos en la cultura de la queja abriéramos paso a la crítica.

5/1/11

Tabernas

Ojalá fuera tan fácil acabar con los malos humos como con el consumo de tabaco en los espacios cerrados. Claro que la prohibición de fruncir el ceño o hacer la puñeta al prójimo provocaría el efecto contrario: más malos humos. Se prohíbe el cante y la blasfemia, rezaban algunos avisos en las antiguas tabernas. Ahora queda prohibido por ley fumar en ellas. La justificación tiene que ver con la salud pública y lo que pasaba con el cante y la blasfemia era una cuestión de orden público. Salud y orden. Cante pero donde nadie le oiga, blasfeme pero para sus adentros, fume si le da la gana pero no aquí: oréese o no salga de su baño o su coche. Mucha de la gente que se opone a la medida, porque dicen que la prohibición atenta contra sus derechos individuales, es la misma que si pudiera (o cuando pueda) derogaría derechos colectivos, tan ricamente. Un asador ha llegado a declarar su insumisión a la voz de ¡Viva el tabaco! ¡Viva España! Hace años que dejó de estar permitido fumar en los lugares de trabajo y nadie monta el pollo, no hay enfrentamientos con el capataz o la jefa: echar el cigarrito fuera es un descanso. A lo largo de la vida vemos cómo desaparecen unos malos humos y cómo permanecen otros, más adictivos que la nicotina. Y es que de vez en cuando vuelve, en realidad asoma, el clan del oso tabernario, dicho con el mayor de los respetos a las tabernas que frecuento y al gremio de taberneros.