Cambiar para resistir. El Castellar ha sido coronado en primavera. Hemos salido de Campo Marín y bajado desde la calle Almendro hasta la Rivera, cruzando el Camino de las Almarranas para coger a la altura del Molino de Jaraco el Camino Colorao. Arriba, ni rastro de las nieves perpetuas que el cura Manuel Vivas Tabero, empecinado y sedentario, quiso ver en su "Glorias de Zafra o recuerdos de mi patria" (Madrid, 1901). En la cumbre, conquistada a pie, el Instituto Geográfico y Catastral nos advierte: la destrucción de la señal del vértice geodésico está penada por la ley. Desde los restos conocidos como Cueva del Moro hemos mirado despacio el pueblo, evitando comparaciones y vistas menos edificantes. El invierno más lluvioso de nuestras vidas ha llenado la Albuera y las charcas donde abreva el ganado cerca de Alconera. El mismo invierno ha hecho estragos en los caminos, pelados como granito. Buscando el de los Pinos al pie del Castellar Viejo hemos llegado a la ermita de Belén, casi desierta a dos semanas de Quasimodo. Y de ahí por el de la Venta hasta nuestro final, en el Pilar de la República. Igual que el orgulloso maestro de la película, nos sentimos rurales, simplemente rurales. Baste decir que ha sido una mañana espléndida. Y él, espero, no sólo ha aprendido nombres.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los nombres de antes tienen un sonido especial. Nosotr@s hemos aprendido de tu cariño a Zafra pero, ¿por qué cambiar para resistir?
ResponderEliminarMe apunto a la bella música de los viejos nombres.
ResponderEliminarUn hermoso paseo, con buen+s amig+s,... qué más se puede pedir?
Un besote
Qué buena ruta y qué buenos recuerdos, qué nombres se dicen y cuales no se dicen, se ven y se huelen a cada paso del camino. CReo que me has acabado de animar a subir esta semana santa aunque reviente y me tenga que sentar a descansar mil veces. Besos.Aleon.
ResponderEliminarPrecisamente mi útima subida por el camino Colorado al Castellar fue no hace mucho, por las fiestas navideñas, acompañados por un hijo y una sobrina (también un hermano). Frustrada excursión por el mal tiempo: comenzó a llovernos abundantemente apenas encaradas las primeras rampas hacia las rocas. Pensamos que lo mejor era retirarnos al campo base -Monreal, por más señas- en donde pudimos superar nuestra pequeña frustración montañera con caldos reparadores (consomé, refrescos, cervezas y otras esencias de la madre tierra).
ResponderEliminarCon el buen tiempo primaveral de esta SS seguro que volvemos a atacar esas cumbres. No podemos dejar que nuestros hijos y sobrinos se pierdan este rito iniciático, tan del pueblo.
cambiar para resistir: más paseos con más amig+s, Fernando, y aunque nos sentemos mil veces y caigan chuzos de punta, Ángela y Ángel, no dejemos de subir al Castellar y de refugiarnos en el Monre, me ha gustado eso del "rito iniciático" ;)
ResponderEliminarCon el tiempo ya no te acompañan. A mi me queda aún el pequeño. Hacemos unos bocatas, unas bebidas y el termo (si hace frio) y nos echamos al campo. La última ruta fue ir a ver el dolmen. Pero ya te digo, el quinceañero pasa de nosotros...
ResponderEliminarSi, yo creo que lo de ir al Castellar, pasear por la rivera, pillar espárragos y comernos algunos hinojos del camino son ritos que, como otras tradiciones, no deben quedar en el olvido y hay que pasarlas a los que no siguen. Es una forma muy digna de que el mundo rural en el que vivimos y convivimos siga teniendo valor, pequeñas cositas sin costo económico alguno. Sólo cuesta la ilusión de traspasar lo que ya nos traspasaron a nostros antes nuestros padres y abuelos y de hacerlos perdurar.Angela
ResponderEliminar"Poeta, / una vez, de muchacho, / subí a un monte con mi padre consagrado a los dioses (he juzgado /
ResponderEliminarpor los viejos olivos y la roca, más tarde: / cuando creció la vida y supe) / Todo nuestro alimento se dispuso de noche y sin sueño, lo mismo / que se presiente al grano o a un fruto en la rama. / Recuerdo que tras el puente se iniciaba el ascenso, / pero aún era pronto para mirar atrás o a la cima"
Luciano Feria. "El instante en la orilla"
Qué buena entrada y qué bello poema. ¿escrito para la ocasión?
ResponderEliminarChao
"Poeta, / una vez, de muchacho, / subí a un monte con mi padre consagrado a los dioses (he juzgado / por los viejos olivos y la roca, más tarde: / cuando creció la vida y supe) / Todo nuestro alimento se dispuso de noche y sin sueño, lo mismo / que se presiente al grano o a un fruto en la rama. / Recuerdo que tras el puente se iniciaba el ascenso, / pero aún era pronto para mirar atrás o a la cima
ResponderEliminar(…)
nunca supimos de donde vino la luz. / Si de la cumbre –cerca- o del pueblo –abajo- bello como un todo. / Mas recuerdo que escuché a mi lado una palabra justa. / Una palabra como el mundo.
Y estallé como a un nacimiento”.
Luciano Feria. "El instante en la orilla"
El poema, magnífico, es de Luciano Feria, que desde la calle Almendro a diario se asomaba a los cantiles del Castellar (el monte "sagrado" de Zafra, un monte modesto con un desnivel apenas de un centenar y medio de metros). El poema -Luciano no me lo negó- recordaba un hecho autobiográfico y parece entrever ese camino iniciático del que hablaba Angelito.
ResponderEliminarlo he recordado hoy en el facebook, porque dos años después llevamos camino de que éste sea el invierno más seco de nuestras vidas..., extremos climáticos: cambiar (¿el clima?) para resistir
ResponderEliminar