Tomé la foto en la Ronda, cerca de mi casa, hace unos días. Había pasado de largo, vi algo de reojo y volví atrás antes de llegar a la esquina. Me paré a mirar esos objetos en la calle, caídos más que tirados, casi todos extrañamente infantiles. Sucios, la mayoría juguetes de vivos colores. Peluches de bebé y una muñeca bocabajo. Caramelos de cabalgata. Un zapato minúsculo con un coletero encima, dos zapatillas distintas y un par de alpargatas de mujer adulta. También un cable con clavijas y una inquietante cucharilla. Como si se hubieran salido de la bolsa que los contenía, quizás camino de la basura, o hubieran sido arrojados con cuidado en la acera. Saqué la fotografía sin intencionalidad ninguna y un vecino curioso que me sorprendió dijo, a la carrera: “como un bodegón”. Como una naturaleza muerta. A mí no me lo parece, pensé sin responder. Se me vino a la cabeza la palabra trampantojo. Me fui, me acerqué otra vez a los pocos minutos y ya no quedaba ni rastro.
[i.jfgras. ¿Bodegón? 2011]
Excelente trampantojo
ResponderEliminarA mi, sin embargo, me parece que tiene la huella de un juego infantil. Tal vez, unos minutos antes jugaban allí algunos chiquillos, que -cuando tu pasaste- jugaban al escondite (ya sabes que los juegos infantiles cambian muy rápidamente)y por eso no los viste.
ResponderEliminarojalá, Fernando, fuera así: no había ambiente de juegos (la chiquillería se deja notar incluso escondida), pero posiblemente vi lo que no era: trampantojo, un abrazo
ResponderEliminareste sería un trampantojo en sentido inverso: de la realidad física de los objetos a su representación pictórica, saludos JJ Bueso
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