¿Qué hay después de una larga jornada electoral? Lo normal, una mala noche y un día de resaca sin alcohol. Cansa ser interventor o apoderada. Veinte horas en un colegio nublan sin remedio las cavilaciones del día siguiente. No venimos de un sábado de reflexión: la auténtica jornada de reflexión nunca se produce la víspera. Sobre todo si los resultados no acompañan. Como anoche. Tiempo habrá para los análisis, decimos. En la sede del partido, de vuelta con la paliza en el cuerpo y si no hay motivos para festejos democráticos, se comparten sensaciones. Satisfacción porque se intentó, espanto por lo que se perderá, perplejidad humilde y orgullosa, sin complejos. Primeras impresiones, como la de que mucha gente ha votado como quien acude al curandero. Con desesperación, sin coherencia ni razón, a ciegas. No encontraremos explicaciones, pero tampoco caben reproches. ¿Qué puede reprocharse a quien simplemente busca cura a sus males? Un compañero preguntaba retórico, ya de madrugada de lunes, ¿y ahora, qué? Ahora, que ellos vayan gobernando, mientras nosotras reflexionamos y hacemos política. Reflexionar, sí. Pero después de esta resaca sin alcohol.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
ALGUIEN DIJO: NO SE PUEDE GOZAR DE LO GOZADO, SI NO DESPUES DE HABERLO PADECIDO. ANIMO.
ResponderEliminarRodríguez Ibarra pide la dimisión de la dirección del PSOE y la constitución de una gestora: “Antes de pelear por quién es el secretario general hay que buscar el proyecto”
ResponderEliminarEStais con la paliza en el cuerpo y en las urnas.
ResponderEliminar