Es curioso, el papel mojado y las palabras que se lleva el viento suelen ser patrimonio de quienes menos cuidan lo que escriben y más hablan por hablar. Ese papel y esas palabras pueden ser humo, quemarse, desvanecerse. También curioso, porque el papel mojado y las palabras movidas por el viento deberían tener dificultades para arder. Pero son expresiones que forman parte del lenguaje coloquial y casi todo el mundo las entiende. Aunque sean expresiones contradictorias, porque si las palabras se las lleva el viento y lo escrito permanece (verba volant, scripta manent), ¿qué pasa cuando se escribe sobre papel mojado? Ni palabras ni escritos. Si a usted le acusan de que lo que escribe y lo que dice carece de importancia o de veracidad, no caiga en la trampa y muévase: reflexione. En el fondo, no quieren que guarde silencio, sino inmovilizarle. Recuerdo una entrevista a Agustín García Calvo, en Cáceres, verano de 1985. La respuesta del represaliado y excéntrico profesor a una pregunta sobre el peso de la filosofía y la política, sobre si es más importante pensar que hacer, fue concluyente, luminosa, de las de para toda la vida: "la reflexión es acción". Así que aquí queda la entrada, húmeda y humeante. Tampoco el papel lo aguanta todo.
[Foto del blog de Miguel Ángel Lama]
Entrada húmeda y humeante. Cuidado no te quemes
ResponderEliminarChao