Ella no había muerto hace meses. Lo supo cuando se topó con su cara en la cola de la churrería. Un leve escalofrío le recorrió la espalda. De inmediato reconoció haber enterrado a una persona equivocada. Cuando poco tiempo atrás le dijeron que fulanita había muerto, se encogió de hombros y preguntó ¿quién? Sí, hombre, la vecina de por bajo, ya mayor, viuda de citranito, que estaba muy pachucha y tenía una hija maestra y un hijo que trabajó en la fábrica. Ni idea. Entonces, entre media docena de candidatas que se le vinieron a la cabeza eligió con pereza a una. La dio por muerta, lo sintió vagamente y se olvidó. Esta mañana ha vuelto a encontrarla, ella le ha sonreído y él ha correspondido con una mueca estúpida. Tan estúpida que significaba: me sorprende que esté usted viva, señora; me alegro, pero me sorprende; me alegro porque me sorprende, ¿cómo le explicaría? No ha hecho falta pronunciar palabra, él ha pagado los churros sin dar los buenos días y se ha marchado. Ha pensado, primero con sentido práctico: tendrían que poner la foto del finado en las esquelas de las calles, como he visto en pueblos de Cerdeña o Portugal. Y a continuación, trascendente y compungido: si no fue esta buena mujer, ¿quién murió hace meses? ¿A cuántos habré dejado sin funeral?[jfgras. De piedra, La Palma. 2006]
No sé la razón exacta por la que enterré a la suegra de un tio mio.
ResponderEliminarAños después era ella la que contestaba en el teléfono cuando yo intentaba hablar con mi tio Vicente. Me llevé un susto de muerte y sin mediar palabra la pasé el auricular a mi madre (que no entendía que era lo que me pasaba)
Luego todos esos sentimientos que tu dices, alegría de que la señora esté viva y esas cosas
Anda que no he enterrado yo a gente.
ResponderEliminarTantos que cuando me los encuentro ya ni me sorprende.
Uno de los mejores micro-relato de humor-negro que he leido. ENHORABUENA
ResponderEliminarjeje,
ResponderEliminar¿y nunca habéis dado el pésame al familiar de quien no era?,
Manolo, a ver si van a ser fantasmas...