29/4/12

Miércoles

La tarde de los miércoles era libre en el colegio de mi infancia. Libre significaba que no había clases. Después del recreo que seguía a la comida, teníamos un rato de estudio y jugábamos uno o dos partidos de la liga escolar. Luego comíamos el bocadillo de chocolate de la merienda y volvíamos a entrenar (los del equipo de atletismo descansábamos poco). O asistíamos a alguna charla o a cualquier otra actividad extra que nos hubieran programado. Completábamos la tarde pudiendo comprar chucherías y un refresco en el kiosco conocido como el bar, que abría miércoles y sábados, o saliendo al pueblo, donde dedicábamos el paseo a comprar chucherías y un refresco. En la adolescencia más tardía, la novedad de salir al pueblo consistía en disimular el pavo, cuando se cruzaban en nuestro camino niñas del colegio de niñas, o en entrar en un bar de verdad a tomar una cerveza con callos. Debíamos estar de regreso en el comedor a la hora de la cena, las ocho y media en punto. Ahí tocaba a su fin la tarde libre del miércoles. Fueron siete años de miércoles con tardes libres. ¿Libres? Cuando pasé del internado al instituto, un curso antes de entrar (es un decir) en la universidad, me costó abandonar parte de la rutina acumulada. Sobre todo, permanecía la sensación liberadora de los minutos que rompían a la mitad la monotonía de la semana. Otros muchos recuerdos de las rutinas de aquel orden perfecto han desaparecido, felizmente en más de un caso. No en éste. Vuelve ahora el de los miércoles libres, no sé, ¿porque los tiempos de estos días azules también están cambiando?

5 comentarios:

  1. Seguro que tenias una disciplina Jesuítica. Yo lo pasaba mejor con los Franciscanos..

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  2. aprendí, entre otras muchas cosas, que orden y disciplina no son lo mismo...

    hace mucho tiempo que la tarde de los miércoles dejó de ser "libre" (últimamente, vuelve esta sensación, que creía olvidada: es otro tipo de monotonía la que ahora se está rompiendo)

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  3. Cualquier tiempo pasado, fue anterior. El problema es el pasado que hay en éste.

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  4. Estos días azules y este sol de la infancia.
    A. Machado

    DOn Antonio sabía que Cualquier tiempo pasado, fue anterior

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  5. Jose, recordar es volver a vivir. Y sí, la pizca de nostalgia nos hace reflexionar y comprobar cómo el entorno y nosotros hemos cambiado, con la edad. Me encantan especialmente tus vistas atrás.

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