6/8/09

Afortunadas

Las islas. Conocí Fuerteventura. Desde entonces dejó de ser sólo un espacio mítico sembrado de nidos de antóforas. A continuación, Tenerife: vuelvo al menos cada año al silencio limpio de las Cañadas del Teide. El Hierro es, sencillamente, magia a escala; podría recomendarlo, pero mi egoísmo no me lo permite.

De La Palma he recordado estos días de desgraciados incendios mucho de lo que la isla ha perdido y lo que aún conserva: precisamente en Fuencaliente, nombre propio, emergieron volcánicas en los setenta las tierras más jóvenes de España. Los senderos que surcan La Palma (como venas, diría un pedante), la fuerza de la Caldera de Taburiente y la bendición única de los alisios... Viajé allí en abril de 2006 –tras un aplazamiento provocado por la nevada del 30 de enero de ese año en Zafra–, con el pretexto de un trabajo para asociaciones que hicimos con el Cabildo Insular en Los Llanos de Aridane. La isla, Reserva Mundial de la Biosfera y bonita en las campañas de promoción turística, es de una belleza que no admite tópicos. Ni ella, ni sus gentes.

Es otra isla afortunada, La Palma. Entre otras razones, porque el pino canario crece en sus bosques intactos y volverá a crecer pronto en las tierras devastadas del sur. El pino canario (Pinus Canariensis) es muy resistente al fuego, gracias a la protección especial de su corcho, y tiene la extraordinaria capacidad de rebrotar de su cepa, aunque el árbol haya ardido. Nada será igual en La Palma para quienes han perdido bienes y paisajes. Pongo caras y nombres a personas afectadas. Ojalá la recuperación sea posible y que la fortuna no siga adversa.


[jfgras. Taburiente. 2006]

1 comentario:

  1. Fui afortunada de trabajar un tiempo en una de las islas canarias. No tenía pinos pero qué recuerdos!!!

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