Has apurado tanto que ya no llegas, ni a un punto medio ni a sobrevolarme. La equidistancia es como la neutralidad. Imposible. Una ilusión, que sitúes la lejanía en la misma cuadra que la cercanía. Una necedad, si no os molestáis, que estéis conmigo y contra mí. Mirad, lo contrario, todavía. Se llama indiferencia. Pero es otra cosa. La indiferencia consiste en que no te importe o en que si te importa disimules como si la vaina no fuera contigo. Neutral neutral no vas a serlo nunca. Ni equidistante, así saques regla y cartabón, así midas las palabras en cíceros. Tú quizás a lo que llegues es a buscar el equilibrio. A que sobre las disparidades reine cierta armonía. O las presida. A buscar digo y no a conseguirlo, porque por definición no faltarán las tensiones. Las mismas tensiones que a veces te impiden caer son las que en ocasiones evitan que te levantes. Eso, mi perfecto desconocido, lo sabe cualquiera. Has apurado tanto que no veo nada claro que vayas a recuperar el equilibrio, que obviamente y en definitiva nunca supiste guardar. Tampoco yo. Y, sin embargo, te quiero.
En Zafra hay una plaza que lleva el nombre que doy a mi blog personal. Es pura coincidencia. Si quisiera limitarme a hablar con la gente más próxima de lo más cercano, no saldría de la Plaza Chica.
Desde enero de 2009 digo que mi blog habla de los hechos de la vida: hablaremos de literatura y de innovación, de participación social y de redes sociales, de política, de asuntos nuestros.
y nada más que decir:
ResponderEliminarel estilo sobre la trama (V-M)