Has apurado tanto que ya no llegas, ni a un punto medio ni a sobrevolarme. La equidistancia es como la neutralidad. Imposible. Una ilusión, que sitúes la lejanía en la misma cuadra que la cercanía. Una necedad, si no os molestáis, que estéis conmigo y contra mí. Mirad, lo contrario, todavía. Se llama indiferencia. Pero es otra cosa. La indiferencia consiste en que no te importe o en que si te importa disimules como si la vaina no fuera contigo. Neutral neutral no vas a serlo nunca. Ni equidistante, así saques regla y cartabón, así midas las palabras en cíceros. Tú quizás a lo que llegues es a buscar el equilibrio. A que sobre las disparidades reine cierta armonía. O las presida. A buscar digo y no a conseguirlo, porque por definición no faltarán las tensiones. Las mismas tensiones que a veces te impiden caer son las que en ocasiones evitan que te levantes. Eso, mi perfecto desconocido, lo sabe cualquiera. Has apurado tanto que no veo nada claro que vayas a recuperar el equilibrio, que obviamente y en definitiva nunca supiste guardar. Tampoco yo. Y, sin embargo, te quiero.
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y nada más que decir:
ResponderEliminarel estilo sobre la trama (V-M)