Me han enredado en el Facebook. El enreador tiene nombre y apellido: José María Lama, con quien quedé en su casa para enjaretar este blog, me inició en el caralibro. A lo largo de 25 años, Josemari y yo nos hemos embarcado juntos en tantas y tantas historias (y las que te rondaré) que siempre hay lugar para una más. O, ya puestos, para un par.
Admito que en ésta me he resistido a entrar, con la excusa de la falta de tiempo y otras zarandajas, sobre todo porque redes y sociales me parecían y me siguen pareciendo palabras mayores. Son términos que de la noche a la mañana han pasado a referirse, casi exclusivamente, a espacios como Xing, MySpace, Twitter, Tuenti o Facebook. Éstas son, ahora, las redes sociales. Sin ánimo de desmerecer, redes y sociales se me antojan conceptos más amplios, en cierto modo más nobles, y su indudable valor no se basa, en contra de lo que ocurre con toda tecnología, en lo meramente instrumental. Hablaremos en adelante de ello, dentro y fuera de este blog.
La fotografía que ilustra la entrada la tomé en Cádiz, el 1 de junio del año pasado. Estábamos cerrando, que no clausurando, el IV Encuentro de Educación para la Participación. En esos encuentros, desde hace cinco años, gente de movimientos sociales diversos nos conocemos o nos reconocemos, discurseamos, bebemos y comemos, nos abrazamos, contamos con nuestras propias TIC, discutimos, soñamos, nos aliamos, nos liamos, aprendemos, incluso planeamos seguir en contacto y hacer algo más hasta el siguiente encuentro. Desde el primer día que las asociaciones CRAC+ACUDEX decidimos convocarnos y convocar a otras, tuvimos claro que esos encuentros no estaban para dar forma a una red social. No lo estaban, porque no queremos que den forma a nada. Quién sabe si ahora nos enredaremos en Facebook.
Allí he agregado en una semana a 24 amigos y amigas, de perfiles más o menos afines (mal asunto, poco social), la mayoría de ellos bien conocidos y queridos. Pero a algunos no los identificaría si me los cruzara por la calle. Y con otros quizás me costaría compartir unas cañas y no digamos un viaje. Además, en caralibro tampoco es posible hacer pandilla, salvo para comunes intereses particulares: como en la vida, mis amistades son mías. Pero las de mis amigas y amigos no me pertenecen, a no ser que las agregue y me respondan. ¡Es suficiente con dos golpes de clic! Me he sumado a grupos que declaran su admiración, éste por Vila-Matas y aquél por Camarón, y a uno que solicita la Medalla de Extremadura para Barrancos... Sí, las llamadas redes sociales son una gran oportunidad, otro medio para conocer y para trabajar. Pero hay más. Otras voces, otros ámbitos.
Admito que en ésta me he resistido a entrar, con la excusa de la falta de tiempo y otras zarandajas, sobre todo porque redes y sociales me parecían y me siguen pareciendo palabras mayores. Son términos que de la noche a la mañana han pasado a referirse, casi exclusivamente, a espacios como Xing, MySpace, Twitter, Tuenti o Facebook. Éstas son, ahora, las redes sociales. Sin ánimo de desmerecer, redes y sociales se me antojan conceptos más amplios, en cierto modo más nobles, y su indudable valor no se basa, en contra de lo que ocurre con toda tecnología, en lo meramente instrumental. Hablaremos en adelante de ello, dentro y fuera de este blog.
La fotografía que ilustra la entrada la tomé en Cádiz, el 1 de junio del año pasado. Estábamos cerrando, que no clausurando, el IV Encuentro de Educación para la Participación. En esos encuentros, desde hace cinco años, gente de movimientos sociales diversos nos conocemos o nos reconocemos, discurseamos, bebemos y comemos, nos abrazamos, contamos con nuestras propias TIC, discutimos, soñamos, nos aliamos, nos liamos, aprendemos, incluso planeamos seguir en contacto y hacer algo más hasta el siguiente encuentro. Desde el primer día que las asociaciones CRAC+ACUDEX decidimos convocarnos y convocar a otras, tuvimos claro que esos encuentros no estaban para dar forma a una red social. No lo estaban, porque no queremos que den forma a nada. Quién sabe si ahora nos enredaremos en Facebook.
Allí he agregado en una semana a 24 amigos y amigas, de perfiles más o menos afines (mal asunto, poco social), la mayoría de ellos bien conocidos y queridos. Pero a algunos no los identificaría si me los cruzara por la calle. Y con otros quizás me costaría compartir unas cañas y no digamos un viaje. Además, en caralibro tampoco es posible hacer pandilla, salvo para comunes intereses particulares: como en la vida, mis amistades son mías. Pero las de mis amigas y amigos no me pertenecen, a no ser que las agregue y me respondan. ¡Es suficiente con dos golpes de clic! Me he sumado a grupos que declaran su admiración, éste por Vila-Matas y aquél por Camarón, y a uno que solicita la Medalla de Extremadura para Barrancos... Sí, las llamadas redes sociales son una gran oportunidad, otro medio para conocer y para trabajar. Pero hay más. Otras voces, otros ámbitos.
[jfgras. IVEPA en Cádiz. 2008]
Pues si, habrá que ver lo que da de si el "caralibro" y las llamadas redes sociales, en las que soy tan novato como tu.
ResponderEliminarPero, para empezar, está bien tener otro modo de conexión con los amigos.
Creo que ahí está una de las claves: en la Era de la Comunicación nos sentimos más solos que nunca y necesitamos sentirnos cerca de otros, parte de un grupo, aunque sea "virtual"...
Aunque, sin dudarlo, prefiero una cañitas en la Plaza Chica (con unas croquetitas del Monre, je, je).
Lo importante son los contenidos, los hechos, las personas; lo de menos es el medio. ¿Qué más da el facebook que una llamada de teléfono o una carta? el caso es compartir y crear.
ResponderEliminarP.d.: espero poder estar a la altura de tus textos
Me encanta el buen uso que das a palabras poco comunes entre los ignaros medios uniformados, como "enjaretar", "zarandajas"... De momento. Te animo en ello, en escucharte y reproducir ese léxico que los extremeños de poblaciones como Zafra o Llerena tenemos, rico, preciso, y que cuando escribimos no usamos, tal vez por prevenciones escolares o acomodos universitarios. Entre otras coosas porque los relamidos con títulos mal llevados lo recriminan, y "El País" no los usa, jejejeje..., ni en los telelesdiarios.
ResponderEliminar¡Buena singladura y me alegro por tu aporte en adelante!
Mi abuela, que no nunca pisó Extremadura, ya usaba enjaretar, zarandajas y otra muchas palabras ahora en desuso.
ResponderEliminarNo nos apropiemos de lo que no es nuestro. esos términos pertencen a todos aquellos y aquellas que son capaces de recordarlos y de usarlos (adeucadamente).
Por supuesto, mi querido amigo,las palabras en franco desuso son de los hablantes, de la lengua, no de una zona del mundo, ni de un gobierno dado... ¡Faltaría más! Pasa que su uso está así, en exterminio, digamos, en franco desuso, que se dice bondadosamente, sobre todo en estos medios y en los Medios de dominio propagandístico, informativo y publicitario. Cité sólo alguna; pero, por ejemplo, el sentido de "enreador"- al principio-, al principio, en su transcripción cuasi fonética de la localidad, ser un "enrea", usado por José, no como algo negativo, sino como que a uno se le invita pero se le engancha amablemente..., y eso también lo observo y lo aplaudo. Es un estilo.
ResponderEliminarPor lo demás me alegra la riqueza léxica, porque estamos muy mal vistos aquellos que la tenemos y usamos. Incluso nos llegan a llamar farragosos, raros, difíciles de entender...