28/1/09

Enrique Vila-Matas

Enrique Vila-Matas no se ausenta de mi mesa de noche desde hace más de un lustro. Descubrí “Paris no se acaba nunca” y me enganché de inmediato a su obra narrativa, gran parte de ella publicada por Anagrama. En “Dietario voluble” (2008), Vila-Matas lleva al límite de la desnudez su personalísimo proceso creativo, en el que escritor y personaje juegan a confundirse. Pero no, no se confundan: el narrador nos muestra hasta qué punto todo cuanto lee y cómo escribe son su memoria de vida, extraña forma de vida. La idea de la identidad múltiple (o desaparecida o borrosa, tanto da) y la del minucioso registro de la experiencia –arriesgado y gozoso– son conceptos de rabiosa contemporaneidad. Vila-Matas se hace eco de autores singulares y de viajes verticales. Te conduce o te devuelve a Sergio Pitol y John Banville, a Robert Walser, a Villoro y Bolaño, a Kafka, Borges y Pessoa. Te guía por Barcelona y Dublín, por Herisau y Nokia, por Sintra y por París. Releo casi todas las novelas y cuentos, obras inclasificables de Vila-Matas, por el puro placer de reencontrarme con ellas: lo hago siguiendo el orden cronológico en el que fueron editadas. Literatura. Muchas noches, apago la luz y siento que no son sólo los libros los que también quedan en penumbra.
[Fotografía de Vila-Matas by O. Roller]

3 comentarios:

  1. También me encanta Vila Matas. No solamente explora abismos, sino blogs. Me aficionaré al tuyo.

    ResponderEliminar
  2. No lo sabía y ahora que lo dices es normal que le de por los blog.
    La generalitat no lo llevó a Frankfurt porque no escribe catalán. Nacionalistas de pacotilla.
    Bienvenido. A mí Pasavento me dejó alucinada.

    ResponderEliminar
  3. Comezaremos por las mujeres en el espejo.

    ResponderEliminar