Más conmocionado que emocionado. Así ha declarado sentirse Pablo Guerrero al recibir el Premio a Toda una Vida de la XIII edición de los Premios de la Música, que concede la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música. Ismael Serrano publicó en 2007 "Hechos de nubes", un álbum en homenaje al cantautor y poeta extremeño. Disfruté entonces y me he alegrado ahora. Pablo Guerrero, el de la barba en flor, hace muchos años nos descubrió que Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes/ pero ¿quién nos ata?/ ... Hay que doler de la vida hasta creer/ que tiene que llover a cántaros.
En esta tierra, más habituada a la conmoción que a las emociones, la primavera dura lo que tarda en irrumpir el verano. Es vista y no vista.
Me sumo a esta declaración de alegría. Hace tres días volví a escuchar su tercer disco, "A tapar la calle" y me conmovieron como antaño los versos que dicen: "Pero el bosque se hizo para que los jóvenes se amaran a la sombra de la luna y de los tréboles tibios". No es una canción redonda, pero desprende una ternura y un sentimiento de libertad inmensos. Pablo está. sin duda, entre los mejores letristas del cancionero español. Enhorabuena.
ResponderEliminarEmociones y recuerdos. Pablo Guerrero forma ya parte de la "memoria histórica" de muchos y muchas que fuímos tan jóvenes cuando el cantaba, anunciándonos la lluvia que venía.
ResponderEliminarEstá muy bien que se premie a los poetas.
lo que está bien es que aún podamos volver a hablar un poco de poesía (y además, los amigos)
ResponderEliminarTú y yo muchacha estamos hechos de nubes
ResponderEliminarpero ¿quién nos ata?
Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.
Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero ¿quién nos ata?
Ten tu barro dispuesto, elegido tu sitio
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.
Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte sin bioenzimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.
¡Qué recuerdos y que bella y dulce era la voz de Pablo!
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