En el otro colegio, en el de casa, no conservo ni una fotografía. El recuerdo de la década anterior, que tampoco fue prodigiosa, es vago. Vago por lejano y vago por perezoso. Las imágenes de la infancia se desdibujan a carboncillo. Y suelen ser recuerdos desganados. Hace unos días, uno muy vivo recorrió cuarenta años en un solo momento. Fue en la primera fábrica de Zafra. Un joven trabajador había fallecido en un trágico siniestro laboral (perdonen la redundancia de hablar de tragedia en un caso así). Nos enteramos, acudimos al lugar del accidente y di el pésame a los compañeros, duros sindicalistas, veteranos e inconsolables. La fundición sigue en pie y funcionando, frente a la fábrica. En los últimos años he visitado varias veces esas instalaciones, modernizadas, pero en ninguna de ellas tuve que revivir cierta "excursión" de finales de los sesenta. El maestro sacó a los niños del colegio para llevarnos en fila india a las puertas de la fundición, desde donde nos dejaron asomarnos para que conociéramos el color y el calor del metal cuando arde y se derrama. Durante mucho tiempo la imagen del infierno fue la de ese instante fugaz. Quizás, no sé, quisieron ilustrar con aquella extraña visita lo que podía esperarnos en su más allá. Sin necesidad de fotografías, recuperé esta visión la misma tarde de la tragedia. No creo en ese infierno.
29/6/11
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Don Ramón hacía ''excursiones'' raras. Menos mal que eran pocas
ResponderEliminaren cuatro año recuerdo tres: ésta a la fundición, una escapada a la piedra resbaliza (creo que fue con él) y una espera larga y fría frente al colegio para ver pasar el pelotón de la vuelta ciclista a España..., pero quizás me falle la memoria y salimos más del Camino Verde ;)
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